Carta de amor a un hermano

carta de amor a un hermano - maria florencia gutierrez
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¿Te cuento algo?  

Estamos en el auto, escuchando a Charly, o León. El viejo nos inculcó buena música. Con el correr de los años, fuimos cambiando de gustos, sin embargo cuando suenan Serrat y Sabina, es imposible no volver a ese momento. 

Esa ruta la conocemos de memoria, pero sé que si la tengo que transitar sola, no sabría qué camino tomar. Vos vas de copiloto, tu lugar indiscutido. ¿Otorgado o apropiado? ese detalle a esta altura ya no importa. Siempre marcaste nuestro ritmo y un poco por no saber cómo y otro por tu presencia que marca territorio, te fui dejando el lugar del hermano “guía”, que tan arraigado está al mayor.

Te miro desde atrás, con tu porte canchero y particular. No hay relato que cuentes que no termine en una carcajada de todos. ¿De dónde viene ese humor? Tus salidas creativas, pícaras y sorpresivas, muchas veces me desesperan, pero me termina ganando tu risa burlona y me sumo a ella. 

Aparece la impaciencia, creo que ninguno de los dos sabe esperar, esa virtud sólo la heredó el más pequeño (junto con otras más, ¿será que como todo, la genética con la práctica también aprende?) . Te ganan las ganas de llegar, y empezás a rebotar el pie sobre el piso del auto. Sabés, como todos, que en destino nos esperan abrazos amorosos, y casi que puedo percibir tu deseo interior de encontrarte con ellos. Lo mismo deseo yo. 

A lo largo de nuestra infancia, recorrimos el mismo camino muchas veces, de ida y de vuelta. Y el recuerdo se repite. Papá despertándonos temprano, y nosotros saltando de la cama entusiasmados por empezar el viaje. Mamá preparando la canasta con el mate y las galletitas surtidas. El auto ya cargando y el sol todavía perezoso sin asomarse. 

Dos paradas técnicas en el camino para cargar agua caliente y correr al baño de las estaciones de servicio. Estirar la piernas y poner caras de sufridos, para que el viejo nos compre caramelos, snacks o algún otro caprichito. 

De nuevo en el auto, cruzamos el último peaje, y parece que la ansiedad por llegar se acumula en el pecho. Papá saca el CD del estéreo y pone la radio, como necesitando empezar a sentirse “en casa”. Escuchamos esa tonada tan particular que no los abandonó en tantos años y Mamá organiza cómo nos vamos a repartir para dormir.  

Hoy tengo la sensación de estar lejos de ese recuerdo. Sin embargo las emociones allí presentes no me abandonan. Y espero que cuando necesites recordar quién fuiste, viajes a ese momento y nos encuentres en el auto. Los cinco juntos, seguros, riendo de tus chistes, contemplándote con tus aires de grandeza y tu escudo protector. 

¿Te cuento otra cosa? Siempre estuve un poco celosa del brillito en los ojos de los viejos (y de todos) cada vez que aparecías en escena. Hoy, confío y deseo que puedas apreciar ese brillo una vez más. 

Tú hermana mayor. 

P/D: Sé que mi deseo se hará realidad. 

María Florencia Gutiérrez
María Florencia Gutiérrez

Cordobesa, comunicadora social y apasionada de la comunicación en todas sus formas. Escribo, para exorcizar y expresar. Confío en mi palabra escrita más que en cualquier otra versión de mí, porque es donde más soy sin máscaras, donde puedo ser "flor de caradura".

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