Mzo 2023
Noche inmensa de mis sueños. Presencia divina de mi destino.
¡Amor de las estrellas!
Podía sentir cómo mis pies eran cubiertos por la magia del océano, en aquella pequeña balsa. Nuestras sonrisas: unión perfecta de nuestra presencia de amor en la Tierra. ¿El cielo? Fiel compañero de nuestras manos entrelazadas. ¿El viento? Susurro dulce y cálido.
Me miras, te miro y sonríes dulcemente. Bajo mi mirada y conozco a mi corazón, juro por los atardeceres más celestiales de este mundo que está bajo la protección del universo infinito de tu amor. Eres tú: refugio y promesa eterna de paz. Tú, que, con tus manos temblorosas, dibujas sobre las pequeñas nubes que nos guían, destellos de pétalos de rosas y evocas miradas de gran y eterno amor.
—¿Sabes que las estrellas saben a ti, amor mío? —dijo él, elevando sus ojos hacia el amor de su corazón, mientras la comisura de sus labios esbozaba una tierna sonrisa—. Siente, vida mía, cómo es que el mar nos acurruca y nos convierte en huellas de caminos que se unen. Digo aquí, mirándote a los ojos, ¿Quisieras tomar mi mano para ir tras ellas y conquistarlas bajo el poder dorado de nuestro amor? Si me permites,
¿puedo tomar tus anhelos de amor, aquellos más profundos, entregarlos al sol y, en el ocaso, prometerte la fusión perfecta de nuestros caminos? ¿Me concederías tal deseo?
Detuve mi respiración. Mis palabras recitaban poemas de rosas que aún habitaban en mí.
—Aquí y ahora, frente al cielo que esta noche nos acompaña, porque contigo sí, contigo, a las estrellas, te entrego la llave de los deseos del sol para que allí puedas convertirlos en tesoros y en el ocaso, seamos tú y yo, piel con piel, en la luz dorada infinita de la pureza de nuestro amor. ¡Un destino: una estrella que brillará por siempre!
Ambos cerramos los ojos. Nuestras manos se unen y el amanecer acontece: nuestras huellas, decoradas y camino de bellas rosas, se convierten en un instante, uno que florece bajo las estrellas, porque contigo sí, hasta la eternidad.
Amor y rosas mágicas.