Una mañana

Cuarto 98
Compartir en

Me desperté carcomido por la soledad y con el estómago en llamas. Mire un instante al techo pensando en el día que tendría por delante. Me levanté, me puse un pantalón corto, caminé hasta la cocina, puse la pava, agarré uno de los mates y lo preparé. No tenía ganas de abrir las persianas, así que abrí un rato la puerta como para tomar aire; ver si todavía respiraba y seguía con vida. El sol me hizo una radiografía de mis exacerbadas dolencias. Las plantas tenían las hojas secas como la barda. Volví adentro. La vida de vampiro de mate es mejor. Encendí la compu y traté de comenzar una vez más, la eterna odisea por tratar de terminar el guión. Tenía otros trabajos, como volver al trabajo, pero no tenía ganas y la vida de un mantenido es más cómoda. Cuando aprendes a quererte poco eso se olvida, hasta que te miras en el espejo todos los días y te acordas. 

Estaba ahí mirándome fijo el guión, como buscando respuestas. Me sentía como El Ladrón de Orquídeas, pero con menos sex appeal y sin ser Nicholas Cage, soy más un Hector Ricky Antonini. Con una historia que contar, bueno. Falta la historia, pero tengo algo que contar. Todavía no me han llamado del diario, no hay fotos, quizás me echaron. Sigue habiendo comida, y yerba. Cuando falte eso me voy a desesperar. Por el momento todavía soy joven y es temprano.

 Pablo Antunao Oyarzo
Pablo Antunao Oyarzo

Tengo 27 años. Actualmente estoy estudiando la carrera de medios audiovisuales. Escribo poemas, relatos y guiones. Me apasiona contar historias. Ya sea con las palabras como con las fotografías. Viví gran parte de mi vida en la Patagonia, en Junín de los Andes, Neuquén. Vivo en Buenos Aires hace tres años. Disfruto de la soledad, y la libertad de ser bastante nómade.

suscribite a nuestra
newsletter