¡Aparta de mí tu mirada!
¡Borra con un suspiro de tus pupilas
tus ojos rojos!
¡No endulces la mueca informe
que cubre tu procaz rostro de ángel oscuro!
Un letal designio te atrae hacia mí.
Sé que la blanca flor venenosa,
chorrea untuosa de limo
por la comisura de tu boca,
tu voluntad macabra la tizna de sangre y hermosura,
y es imposible escapar.
Vientos largos, de dedos fríos
se precipitan en mi pelo,
como el grano de sal girando lento
muere triste en la pátina.
Ya nada promete indulgencia.
Esta noche la luna es roja y verde,
como la sangre de las momias viejas.
Y a mi cuerpo desnudo
sobre la rancia arena
sólo le queda desaparecer.
Spleen del mas enfermo.
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